Como se relata en el mito de origen, la diosa Izanami murió en su ultimo parto e Izanagi emprendió su viaje hacia el Yomi para buscarla.
Yomi es el nombre que los japoneses le dan a la tenebrosa tierra de los muertos y los espíritus, pero Izanagi no veía mucha diferencia con el mundo terrenal, excepto por la eterna oscuridad del mundo de los muertos. Apresurado por la sofocación que la ausencia de luz le provocaba, Ianagi se apresuró a buscar a Izanami y la encontró, pero sin verla totalmente, debido a la oscuridad. Le pidió regresar con él al mundo terrenal, pero Izanami lo escupió y le dijo que eso ya no era posible, porque ya había probado el aliento del inframundo y era una con el mundo de los muertos, lo que le hacía imposible marchar.
Pese a esto, Izanagi insistió en su deseo e Izanami aceptó con al única condición de que le dejara tiempo para dormir y que no entrara a su habitación. Mientras dormía, Izanagi tomó el peine de su cabello y lo encendió como una antorcha para ver a su mujer, pero descubre con terror que la belleza de Izanami había sido reemplazada por un cuerpo carnoso en descomposición, cubierto de gusanos y asquerosas criaturas que se arrastraban sobre su cuerpo destrozado.
El miedo hizo a Izanagi perder el control de si mismo y huyó del lugar, buscando la salida hacia el mundo de los vivos. Pero tras de sí, lo perseguí Izanami, horrible, furiosa y llorando de indignación. Así, Izanagi fue perseguido por un sin numero de criaturas asquerosas, llamadas shikomes y otras criaturas del Yomi. Cuando logra llegar a la salida del inframundo, Izanagi tapa la abertura con un canto rodado, dejando a su esposa y los demás seres encerrados.
Furiosa, Izanami le grita a su esposo que si no la deja pasar, mataría a 1000 residentes del mundo de los vivos, a lo que Izanagi respondió que le daría vida a otros 1500 por día.
Así, fue creada la muerte, de la mano de la Izanami, la esposa abandonada de Izanagi.
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